Crecer puede llegar a ser un proceso muy complicado. Una montaña rusa de emociones que tu hij@ tiene que vivir en toda su intensidad para poder entender y aprender a gestionarlas.
Si a eso le sumas el constante esfuerzo por conocerse a uno mismo y poder expresarse en el entorno que le ha tocado vivir, crecer puede ser una batalla bastante grande con la que lidiar.
¿Por qué no intentas aligerar el camino acompañándole de la mejor manera posible y comprendiendo sus necesidades?
Sé que es un trabajo arduo conseguir encontrar el equilibrio entre sus necesidades y las tuyas sin que tu frustración, cansancio o falta de paciencia no te acabe llevando a decir algo que no quieres y que ni siquiera piensas.
Por eso, está bien ser conscientes de qué no deberíamos decirles nunca, y tener siempre muy presente que las palabras pueden hacer tanto daño como el maltrato físico.
Hay frases o expresiones que, la mayor parte de las veces, las repetimos porque a nosotros también nos las han dicho mientras crecíamos y no creemos que sean “para tanto”.
Las hemos normalizado de tal manera que ya no vemos la carga negativa que tienen y no consideramos que sean tan dañinas como realmente son. Lo curioso es que pocas veces como adultos nos paramos a pensar que son expresiones que jamás le diríamos a otro adulto, pero, en cambio, no nos chirrían lo suficiente cuando las escuchamos dirigidas a los más pequeños.
Muchas veces, encubiertas en un fin bastante equivocado de “educar”, y la mayor parte de las veces, para dejar claro que estamos en una posición de superioridad, utilizamos frases que nunca deberíamos decir a ningún niñ@.
Suplantamos la figura de autoridad por una de autoritarismo, que no aporta nada a nuestra relación con ellos y se aleja inevitablemente del amor incondicional que necesitan sentir de nosotros. Nuestra relación debe basarse solamente en el respeto y el buen trato.
La verdad es que son muchas y variadas, así que he elegido las que creo que se repiten más, pero seguro que cuando empieces a leer, te vienen a la cabeza un montón más.
1. No llores.
Poder llorar es exteriorizar una emoción que nos inunda por dentro, es desahogarte. Gracias a llorar somos capaces de volver a la calma que necesitamos.
¡No es una debilidad, es una fortaleza!
Déjale llorar y más importante aún, permite que te vea llorar. Esa será la mejor confirmación de que no hay nada de malo en hacerlo.
2- Eres muy torpe.
¿Qué le va a aportar a nadie que le digan eso? Tiene una carga de negatividad brutal y puede entenderse como un “no me gusta cómo eres” lo que le va a crear mucha inseguridad y una baja autoestima.
3- Me tienes harto.
La mayor parte de las veces es más una consecuencia de nuestro estado de ánimo o del cansancio que tenemos que nos lleva inevitablemente a tener muy poca paciencia.
En esos casos, tenemos que ser capaces de expresarlo con palabras: “Estoy cansado, hoy he tenido un día bastante complicado y mi paciencia está baja. Además, creo que tú también te sientes mal por alguna razón ¿qué te parece si entre los dos intentamos ayudarnos y vemos cómo podemos solucionarlo?”.
La base para un buen entendimiento es la comunicación y es una manera de que tu hij@ se habitúe a expresar cómo se siente viendo como la haces tú.
4- ¿No te da vergüenza?
No hay ninguna razón para provocar ese sentimiento en ninguna persona, pero mucho menos en un niñ@.
Es muy importante darnos cuenta de que el sentimiento de culpa y la vergüenza llevan consigo un mensaje de no ser válido muy dañino.
5- Si no haces caso, te dejo aquí y me voy.
El mayor miedo al que probablemente se puede enfrentar tu hij@ es a que le abandones. Es una frase que conlleva una gran crueldad y que provoca que solo te haga caso por el pánico que le produce pensar en que eso pueda pasar.
6- Nunca haces nada bien.
Con esta frase solo vas a conseguir que se sienta infravalorado y no apto, lo que irá mermando sus ganas de superarse y acabará creyendo que es cierto, más aún cuando la frase proviene de ti, su referente más importante.
7- ¿Por qué no eres más como…?
La comparación es taaaan dañina… Todos somos diversos y es lo que nos hace únicos e incomparables, y siempre, siempre dignos de amor.
Esta frase solo le hará sentirse poco valorado y menos válido que esa persona con la que le comparas.
8- No exageres.
La manera en la que vivimos un acontecimiento es distinta en cada uno de nosotros. No infravalores cómo lo vive él/ella.
Deja que se exprese y dale tu opinión, pero no le anules.
9- ¿Eres/estás tonto o qué?
Quizás, escrito aquí, te parezca mucho más fuerte que cuando lo escuchas dicho por otra persona y en un tono distendido, pero es muy dañina la digas como la digas.
Si la utilizas a menudo, es muy probable que tu hij@ se acabe identificando con ella.
10- No puedo confiar en ti.
Crecer es un aprendizaje constante donde TODOS cometemos errores. Tu hij@ necesita saber que tu amor no está condicionado a su comportamiento y que la perfección no existe.
En el camino de los errores y aciertos tenemos que saber transmitir nuestra confianza hacia él/ella.
Tenemos claro que Los niñ@s se merecen tanto respeto como un adulto, entonces ¿por qué seguimos normalizando esta actitud hacia los más pequeños?
Hagamos que todas estas afirmaciones desaparezcan de nuestras familias para conseguir una relación más sana y respetuosa. Nuestros pequeños necesitan crecer en una buena autoestima.
Y recuerda, lo único que necesitas es amor del bueno, no matter what.
Un abrazo enorme.
Cris, de Misia.